Arquitectura popular de la Sierra del Rincón

La arquitectura tradicional de los municipios que integran la Sierra del Rincón, Reserva de la Biosfera –Horcajuelo de la Sierra, Montejo de la Sierra, La Hiruela, Prádena del Rincón y Puebla de la Sierra– presenta unas características muy particulares y hace que los cascos urbanos de estos pueblos sean lugares de una singular y enorme belleza gracias a las pintorescas viviendas que se suceden en sus calles y que se integran maravillosamente en el paraje natural del entorno.

La construcción de las casas de esta zona siempre ha estado condicionada por el frío y las adversidades climatológicas que se dan en la sierra. Los edificios, muy compactos, se apoyan unos en otros para paliar así las bajas temperaturas. Los materiales empleados –piedra, pizarra, madera, adobe y teja curva árabe– eran fáciles de conseguir por los lugareños, pues proliferaban en los alrededores. Igualmente, eran los más adecuados para proteger el hogar, en la mayor medida posible, del frío, el viento, la lluvia y la nieve.

Los muros de las casas serranas –muy gruesos y con escasos y pequeños huecos al exterior para mantener la temperatura– se hacían de mampostería de piedra –generalmente granito o gneis– y de pizarra sin labrar y su interior se forraba de adobe.

En la base y en los ángulos solían colocarse bloques de piedra rectangulares de mayor tamaño para dar solidez a la construcción. Para levantar los forjados y la estructura se empleaban grandes vigas de madera.

La cubierta, a dos aguas y con poca pendiente, se prolongaba más allá de la planta para proteger la fachada. Se realizaba con teja curva de cerámica árabe cuyo característico tono rojo se ha ido perdiendo con el paso de los años. Éstas se encajaban y anclaban con argamasa o adobe sobre maderas que se apoyaban en las vigas que, a su vez, descansaban sobre los muros de piedra.

En lo que a la estructura de la casa se refiere, solía ser de una o dos plantas. Las viviendas que contaban con dos alturas situaban en la superior los dormitorios y un cuarto para almacenar la cosecha y los aperos de labranza, mientras que en la inferior se encontraban el portal, la sala, la cuadra y la cocina. Era en esta última estancia donde se articulaba la vida familiar y donde se encontraba la principal fuente de calor.

Debido a la importancia que la ganadería tuvo en estos municipios, las construcciones agropecuarias son también un importante legado de la arquitectura típica rural. En cada pueblo, no obstante, los edificios presentan pequeñas variaciones y muestran características locales propias.








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