Ha llegado la primavera, y, además, después de muchos días de lluvias, salir al campo es todo un espectáculo... Pasear por las dehesas y pinares de Lozoyuela es una buena opción, y por eso hemos escogido "la ruta de las setas", que puede hacerse de manera circular, para los más avanzados, recorriendo unos 20 kilómetros, o un tramo de manera lineal haciendo 3, 4 o 5 kilómetros. Incluso, como una parte va por una pista asfaltada, se puede dejar el coche más allá del pueblo, y acortar el camino a andar, sobre todo, si solo se quiere hacer un tramo.
Además del paisaje primaveral, nos encontramos algunos elementos curiosos, unos naturales y otros creados por el hombre. Por un lado, vamos a cruzar en un par de ocasiones la antigua vía del ferrocarril Madrid-Burgos, esa línea que comunicaba la capital de España con Burgos, y que quedó sin uso en 2011, tras un derrumbamiento en el túnel de Somosierra.
Relacionado con el trazado del ferrocarril, también vamos a poder ver una serie de construcciones, como la antigua cárcel de Lozoyuela, donde tras la Guerra Civil, vivían algunos presos que reducían su condena haciendo los trabajos de construcción de estas vías, ya que se consideraron como obras prioritarias. Se puede observar, entre sus ruinas, la robustez de sus muros e imaginarse las condiciones que allí había. También pasaremos junto a la antigua mina de wolframio (o tungsteno), una de esas "tierras raras" de las que se tanto se hablan hoy en día.
También vamos a poder ver unas figuras caprichosas formadas por las rocas graníticas, que se asemejan a setas y animales, y que se conocen como las piedras seta de Lozoyuela, algo similar a la Ciudad Encantada de Cuenca, pero a menor escala, y sin explotar turísticamente. Según se gana altura durante el recorrido, las vistas se hacen más atractivas, y también junto a algunas de las piedras, en concreto una en forma de águila, se ve una increíble panorámica de Lozoyuela, y al fondo el gran embalse de El Atazar. Mirando hacia el sur, al estar en la ladera norte de la Sierra de La Cabrera, se ven la cara norte del Pico de la Miel, que apenas se reconoce de su clásico perfil sur, y el Cancho Gordo.
Continuando por los prados y dehesas, cruzaremos arroyos, que cuando no hay lluvias suelen estar secos, pero ahora, con la abundancia de agua que hay, los podemos ver con caudal.
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