Hoy caminamos en busca de la mina de Bustarviejo

18 / 10 / 2024

A las afueras de Bustarviejo, escondidos entre la Peña de las Grajas y el pico de la Albardilla, encontramos los restos de lo que fue una de las minas de metales más importante de la Sierra de Guadarrama. Se conoce su existencia desde el siglo XV, y se ha estado extrayendo mineral con plata intermitentemente hasta 1978, cuando se terminó la última campaña.

Llegar no es complicado, es una ruta de poco más de dos kilómetros, y otros tantos de vuelta, y con un desnivel de algo más de 150 metros. Lo que sí recomendamos es un calzado cómodo, a ser posible botas de montaña, ya que el camino combina tierra y zonas con piedras.

El camino comienza, a las afueras de Bustarviejo, camino de Miraflores, junto al campo de fútbol. Y se sigue fácilmente. No tiene pérdida. Durante el primer kilómetro, el camino es bastante liso y amplio. Después, se va inclinando poco a poco, y especialmente tras cruzar un pequeño arroyo, el suelo se hace más pedregoso.

Un poco antes de llegar, se ve a lo lejos un torreón, que nos recuerda a las atalayas de la Sierra Norte de Madrid, de las que os dimos más detalles cuando contamos la ruta a la atalaya de Venturada.

Llegar a este torreón de Bustarviejo es nuestro primer objetivo, y allí vamos a descubrir que no es una atalaya, sino la base de un antiguo molino eólico que se utilizaba para moler el mineral. En esta primera meta, hay carteles que explican la historia de la mina, y con la que podemos aprender sobre su extracción y posterior tratamiento. Además, hay unas mesas de picnic, por si quieres aprovechar a reponer fuerzas.

Cuentan que una de las personas que se dedicó a la explotación de la mina fue un minero venido de América, al que se llamaba Indiano, que venía con técnicas del Nuevo Mundo, y fue el que inició la construcción de la torre de la mina, allá por 1659. Parece que de aquí se tomó el nombre de Pozo del Indiano (uno de los pozos que forma esta mina), como se le conoce. Y durante el siglo XIX, que fue el mayor periodo de esplendor de esta mina, a las laderas que circundan esta zona se denominó el actual topónimo de Cuesta de la Plata.

Continuando el camino, se llega a la bocamina, que, aunque tiene una verja que impide el acceso, se pueden ver los primeros metros de la excavación, habitualmente inundada de agua procedente de filtraciones. De camino, hay máquinas de la última campaña de explotación de los años 70, que sustituyeron el antiguo molino, y de las que se explica su funcionamiento en paneles.

Desde la bocamina, un sendero conduce, dando un pequeño rodeo, hasta el pozo maestro, la parte más alta de la mina, que fue cubierto con unas grandes tapas para evitar las caídas accidentales, y donde también se conservan algunas máquinas que se emplearon en su última etapa.

Para regresar, se vuelve por el mismo camino, y se puede aprovechar para dar una vuelta por el encantador pueblo de Bustarviejo y disfrutar de la gastronomía de este encantador pueblo de la Sierra Norte de Madrid. La experiencia va a ser aún más completa.


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